Domingo 5 de mayo de
2012
V DOMINGO DE PASCUA - Ciclo B
ENTRADA: Bienvenidos y bienvenidas este domingo en que
continuamos el festejo de la Resurrección. La liturgia de hoy nos
llevará a reflexionar sobre el pueblo de Dios, simbolizado en el viñedo, que ha
sido infiel a Dios a lo largo de la historia, y cómo Jesús funda un nuevo pueblo, una comunidad
humana nueva, verdadero pueblo de Dios, cuya identidad le viene de la íntima unión
con ese Jesús, que le comunica incesantemente el Espíritu, y el fruto de su actividad
depende de esa unión. Cómo Pablo cuando fue injertado en el Resucitado y cómo
debíamos ser nosotros, dando como máximo fruto el amor. Todos de pie para
iniciar este festejo cantando con alegría.
PRIMERA
LECTURA
Hc 9, 26-31 (Les contó cómo había visto al Señor
en el camino)
Escucharemos como Pablo se considera apóstol porque ha tenido un encuentro
íntimo con Cristo y llega a conocer a los otros apóstoles, todos fortalecidos
por el Espíritu del Resucitado que hace crecer a la Iglesia. A pesar de todo,
siempre hay recelo en contra de la novedad y por eso Pablo es alejado. Pongamos
atención.
SEGUNDA
LECTURA
I Jn 3, 18-24 (Éste es su mandamiento: que
creamos y nos amemos)
San Juan
continúa insistiendo en la necesidad de manifestar la fe con obras. Sólo para
el que esté existencialmente unido al Resucitado va a fluir el Espíritu que le
dará la fuerza para realizar la voluntad del Padre. Escuchemos
EVANGELIO Jn 15, 1-8 (El que permanece en mí, ése da fruto
abundante)
Sólo si el discípulo logra una
comunión plena con Cristo el Espíritu fluirá hacia Él y le dará la fuerza
necesaria para que sea cada vez más auténtico y más libre, aumentando así su
capacidad de entrega y su eficacia. Todo en función de la unión existencial con
el Resucitado, de quien fluye la vida nueva. Interrumpir la relación con el
Resucitado significa cortarse de la fuente de la vida y reducirse a la
esterilidad. Sin estar unido a Él, el discípulo no puede comunicar vida. Escuchemos
lo que dice el Evangelio de Juan sobre esto.
OFERTORIO
Por la fuerza del Espíritu que fluirá sobre el pan y el vino, estos serán
el Cuerpo y Sangre de Cristo que se dispensarán a los discípulos y por los que
a su vez, fluirá de nuevo el Espíritu del Resucitado que les fortalecerán para
ser testigos que den frutos de amor. Cantemos con ese sentimiento el canto.
COMUNION
El sarmiento que no da fruto es
aquel que pertenece a la comunidad, pero no responde al Espíritu; el que come
el pan, pero no se asimila a Jesús. Vamos todos ahora a comer el pan con el
deseo de que la fuerza del Espíritu fluya a nosotros y nos haga dar frutos de
amor.
SALIDA
Salgamos hoy de nuestra
Eucaristía con la determinación de ayudar a los demás desde la vertiente de
nuestra alegría pascual en la que la savia, la fuerza del Espíritu del
Resucitado, nos ha sido transmitida a nosotros, los sarmientos, para que demos
frutos de amor.
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