domingo, 5 de agosto de 2012

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo B


Domingo 5 de agosto de 2012
XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo B

ENTRADA: Mañana es el aniversario de la explosión de la primera bomba atómica, sobre Hiroshima. A 67 años de aquella catástrofe el mundo está pasando por una crisis económica gigantesca ocasionada por la ambición de los ricos que han acaparado el pan sin dar a los pobres. Frente a todo esto cabe preguntarse ¿Por qué seguir interesándonos por Jesús después de veinte siglos? ¿Qué podemos esperar de él? ¿Qué nos puede aportar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿Nos va a resolver acaso los problemas del mundo actual? En nosotros hay un hambre de pan, pero también un hambre de justicia para todos, de libertad, de paz, de verdad. Jesús se presenta hoy como ese Pan que nos viene del Padre, no para hartarnos de comida sino "para dar vida al mundo". De pie vamos a iniciar con ilusión la celebración en torno a ese Jesús promete darnos la verdadera vida.

PRIMERA LECTURA Éxodo 16,2-4.12-15
Siempre la imagen del desierto ha servido para significar el lugar del encuentro con Dios, porque es donde se carece de todo y se experimenta el portentoso modo que Dios tiene para auxiliar a los que se abandonan en Él. Escuchemos como en esa situación realizó portentos para su pueblo.

SALMO Salmo 77
El salmo 77 es una confesión de fe en que nuestro Dios jamás abandona a su pueblo, por eso respondemos con seguridad: El Señor les dio pan del cielo.

SEGUNDA LECTURA Efesios 4,17.20-24
La carta a los Efesios nos enseña como debemos dejar las ambiciones y el hedonismo egoísta y revestirnos, como Cristo, de hambre de justicia, libertad, igualdad, hermandad. Dejémonos interpelar por esta carta.

EVANGELIO Juan 6, 24-35
Este trozo evangélico nos muestra como Jesús quiere despertar un hambre diferente. Habla de un pan que no sacia solo el hambre de un día, sino el hambre y la sed de vida que hay en el ser humano. Ya dijimos que no hemos de olvidar que en nosotros hay un hambre de justicia para todos, de libertad, de paz, de verdad, que Jesús se presenta como ese Pan que nos viene del Padre, no para hartarnos de comida sino "para dar vida al mundo". Creer en Él es alimentar en nosotros una fuerza indestructible, empezar a vivir algo que no terminará con nuestra muerte. Seguir a Jesús es entrar en el misterio de la muerte sostenidos por su fuerza resucitadora. De pie para escuchar con atención y respeto este llamado de Jesús.

OFERTORIO  Al escuchar las palabras de Jesús, aquellas gentes de Cafarnaún le gritaban desde lo hondo de su corazón: "Señor, danos siempre de ese pan". Desde nuestra fe vacilante, nosotros no nos atrevemos a pedir algo semejante. Quizás, solo nos preocupa la comida de cada día. Y, a veces, solo la nuestra. Ofrezcamos al Señor lo que tenemos para se convierta en el Pan que da vida verdadera.

COMUNION Acerquémonos ahora a compartir ese Pan que nos viene del Padre, no para hartarnos de comida sino "para dar vida al mundo", y hagámoslo como hermanos dispuestos a compartir todo para cambiar la situación de nuestro mundo.

SALIDA Muchos alimentamos deseos de tener más y mejores cosas que los otros, eso es lo que afirma nuestra mediocre personalidad y nos hace sentir más que los demás. Al terminar la celebración y alimentados por el verdadero pan, debemos salir renovados de mente y revestidos del nuevo yo, con hambre de justicia y santidad de la verdad, que se sacia con el compartir. Vayamos a hacerlo con alegría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario