Domingo 27 de mayo de
2012
DOMINGO DE PENTECOSTÉS - Ciclo B
ENTRADA: Llegamos a Pentecostés, fiesta de la siega en la que los judíos recordaban el pacto de
Dios con el pueblo en el monte Sinaí, «cincuenta días» (=«Pentecostés»)
después de la salida de Egipto, de la Pascua. Hoy vamos a recoger el fruto de
la siembra del Maestro: una nueva humanidad, recreada por la venida del
Espíritu que se describe acompañada de sucesos, expresados como si se tratara
de fenómenos sensibles que manifiestan que este Espíritu de Dios no es Espíritu
de monotonía o de uniformidad: es políglota, polifónico, es Espíritu de vida y
vida en abundancia, de concertación que inaugura una Iglesia lejos de
uniformidades malsanas, un Iglesia compuesta por una humanidad nueva, recreada,
cuerpo de Cristo, plural, pero acorde. Todos
de pie para que, unidos en la diversidad, iniciemos nuestra celebración como Iglesia
integrada por esa humanidad recreada, que canta con alegría.
PRIMERA LECTURA Hc 2, 1-11 (Llenos del Espíritu Santo comenzaron a hablar)
Lucas nos narra como el día de Pentecostés, a más lenguas, no vino, como en
Babel, más confusión, sino que "Cada uno los oía hablar en su propio
idioma de las maravillas de Dios". Dios hacía posible el milagro de
entenderse. Pongamos atención.
SALMO 103 (Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la
tierra)
Este salmo 103
es uno de los más extensos del salterio y es un himno jubiloso a la fuerza de
Dios, por la que ha creado el mundo y todo lo que existe. Para nosotros, hoy,
tiene enormes resonancias respecto al Espíritu Santo. El versículo 30 es el
utilizado como verso responsorial. En el salmo está presente el aliento de
Dios, su soplo creador, que es un bello sinónimo para el Espíritu. Respondamos
pues, Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya
SEGUNDA
LECTURA
I Cor 12, 3b-7.12-13(Bautizados en un mismo
Espíritu)
La pluralidad
de la Iglesia, Cuerpo del Resucitado, no es división sino unidad en la misión
gracias al Espíritu que unifica. Escuchemos ahora esto que Pablo nos dice.
SECUENCIA: La secuencia
de Pentecostés
es un poema con la que pedimos su asistencia al Espíritu Santo.
Recuerda la primera venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles en
Pentecostés, narrada en el capítulo 2 de los Hechos de los
Apóstoles. Abramos nuestro espíritu a ella pidiendo que el Espíritu del
Resucitado se derrame sobre nosotros, su Iglesia.
EVANGELIO Jn 20, 19-23 (La recreación)
Las personas nuevas, producto de la experiencia con el
Resucitado, son recreadas hoy al recibir el Espíritu cuando Él sopla sobre
ellos como un día lo hizo su Padre en el Génesis. Nace así una comunidad
humana, la Iglesia, libre como viento, como fuego ardiente, que inmediatamente
recibe también su misión: eliminar el mal del mundo, el pecado. Cantemos el
aleluya y dispongámonos a recibir ese soplo del Espíritu para ser recreados.
OFERTORIO
Con el pan y con el vino traigamos ante el altar nuestro deseo de cambiar
el mundo, de desterrar el pecado, para continuar la obra que inicio Jesús de
Nazareth. Y pidamos que el Espíritu que va a cambiar nuestra ofrenda en el Cuerpo
y la Sangre de Cristo, nos trasforme a nosotros también en su Cuerpo para que
continuemos su misión. Cantemos como personas nuevas, recreadas y seamos
generosos con la ofrenda.
COMUNION
Formando un Cuerpo, la Iglesia, unidos
en la diversidad por el Espíritu, acerquémonos a recibir el Cuerpo de Cristo
como alimento que nos fortalece para cambiar el mundo y derrotar el pecado.
Mientras cantemos de corazón.
SALIDA
Termina hoy el Tiempo Pascual y
nos toca ahora vivir día a día, como personas Recreadas por esa experiencia que
tuvimos del Resucitado y el soplo de su Espíritu, la misión que nos encomendó:
destruir el mal y transmitir la vida y la vida en abundancia, vayamos a hacerlo
en total alegría.
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